¿Cómo seguir hablando de innovación y cultura?

 

No es fácil abstraerse en estos últimos meses de las nefastas noticias que se suceden casi cada día y seguir escribiendo y leyendo sobre el potencial de la I+D+i o la industria cultural en España. Porque, ¿cómo se plantea una empresa invertir en transferencia de tecnología y conocimiento cuando muchas apenas tienen para pagar las nóminas a sus trabajadores? ¿Cómo trabajar en nuevas formas de dinamizar y monetizar cualquier iniciativa cultural cuando el sector soporta cada vez más impuestos y restricciones? El recientemente publicado Informe 2012 sobre Tecnología e Innovación en España de la Fundación para la Innovación Tecnológica Cotec señala que los efectos de la crisis ya están incidiendo claramente en el deterioro del sistema español de innovación y todo indica que ese deterioro va a ser mayor en los próximos años. Y en el ámbito cultural tampoco encontramos muchas esperanzas, especialmente tras la subida del IVA.

Encontrar la luz al final del túnel se antoja por momentos una tarea titánica, pero podemos vislumbrar, si no soluciones concretas, sí al menos oportunidades. La última convocatoria del Séptimo Programa Marco da preferencia a proyectos centrados en la creación de empleo y en ciertas temáticas, como las ciencias sociales y las humanidades, eso augura que seguramente aparecerán investigaciones e iniciativas cuanto menos interesantes. La industria cultural está llevando a cabo desde hace tiempo un proceso de reflexión en torno a sus posibilidades y búsqueda de nuevas modelos de negocio, en la que muchos por ejemplo ven grandes oportunidades al otro lado del Atlántico, y si echamos un vistazo a los proyectos seleccionados de la última convocatoria del Programa Cultura 2007-2013 vemos que lo que no falta desde luego son buenas ideas. En muchas regiones y ciudades están creciendo diversas monedas sociales que, si consiguen dinamizar y concienciar a su entorno, serán capaces de mejorar el poder adquisitivo de mucha gente, rentabilizar el talento de muchas personas y fomentar la aparición de nuevas iniciativas locales.

No podemos rendirnos a la inacción, la desafección, la resignación y el miedo, porque de ahí se nutren esos poderes sin rostro que tratan de imponernos a la fuerza su visión del mundo. Por supuesto hay que indignarse, informarse y seguir diciendo que este no es el camino correcto, pero a la par podemos –y debemos- ser más activos, más creativos y trabajar para mantener y montar proyectos que aporten valor. Porque si no somos todos, a través de nuestro trabajo, nuestras ideas y nuestro compromiso, los que hagamos algo por mejorar esta situación, está claro que ningún gobierno lo va a hacer en nuestro lugar.

 

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